La vida en cada huella

Dolly Parton ha sido una de las cantantes de música country más conocidas en los últimos cuarenta años. Ha participado también en diferentes películas y se ha convertido en el símbolo de varias generaciones al menos en Norteamérica.

05 DE JULIO DE 2007 · 22:00

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Hace poco leía unas declaraciones suyas en cuanto al fenómeno del aumento de los gimnasios y el llamado “culto al cuerpo”: “Me encantan los vídeos de aeróbic de Jane Fonda, me los compré todos, porque me gusta mucho sentarme y comer galletas mientras los veo” Es una frase genial, porque refleja un desinterés hasta cierto punto muy sano, delante de tanto negocio y tanto culto a la apariencia física. Demuestra muchas cosas, porque hay muchas personas que lo único que les preocupa es aparentar bien, aunque su interior esté vacío. Pero al mismo tiempo, el hecho de sentarse y mirar, nos dice mucho de uno de los problemas de nuestra sociedad… Muchos viven siendo espectadores. Intentan disfrutar de lo que ven, pero sin comprometerse nunca con nada, sin hacer el mínimo esfuerzo, pensando que todo lo que ocurre no les compromete en absoluto. Un espectador termina siendo pasota en todo el sentido de la palabra. Aquel que se queda muy lejos de la línea de cualquier cosa que pueda sonar a compromiso. La única manera de dejar una huella en la vida es poner nuestra vida en cada huella, arriesgarse, comprometerse, ser mucho más que un espectador. Si no ponemos nuestra fuerza y nuestro entusiasmo en lo que hacemos, raramente vamos a ayudar a nadie. El mundo está lleno de espectadores, y la vida sigue igual, sin cambios, sin nada que merezca la pena. Mientras unos cuantos realmente hacen cosas que trascienden y que pueden ayudar a otros, miles y miles de personas lo único que hacen es mirar. Algunos piensan que no pueden hacer nada. Que aún con todos sus esfuerzos y luchas el mundo sigue igual que antes, con los mismos problemas de siempre, con las mismas miserias que ayer y que mañana. No es cierto. Influimos lo máximo posible en el lugar en el que estamos, en la sociedad en la que vivimos, en la familia con la que convivimos cada día. Podemos ayudar a nuestros vecinos, comprometernos con los que sufren, hacer que, por lo menos, la parte del mundo en la que transcurre nuestra existencia sea más justa, más libre, más solidaria. Aunque nos guste mucho ser espectadores, siempre es mejor pasar a la acción.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - La vida en cada huella