Individualistas, solitarios, aislados

Si uno se da una vuelta por los pisos de grandes ciudades, comprobará que cada vez hay más gente que vive sola. Solteros, separados, divorciados.

11 DE AGOSTO DE 2015 · 17:00

Los Cabos / Vic Padilla  (pixabay - Public Domain),playa
Los Cabos / Vic Padilla (pixabay - Public Domain)

¿Impera hoy el individualismo en las relaciones interpersonales? ¿Hay miedos al fracaso en la relación con los otros, en las relaciones sociales? ¿Hay desconfianzas?

La socialización es importante, no obstante, existen muchas experiencias, tanto individuales como grupales, que parecen mostrar cierto desapego a la relación con los otros, como si hubiera cierto miedo.  

Hoy se quieren fomentar, más que nunca, sistemas de enseñanza domiciliaria que aleja a los niños de la socialización con el grupo escolar. Hay una especie de miedo a que las relaciones interpersonales de relación puedan ser nocivas.

Hay miedo ante la posibilidad de fracaso. La incertidumbre se cierne en relación con las relaciones interpersonales, sean en la escuela o, simplemente, en la sociedad en general. La socialización y las relaciones interpersonales producen un cierto temor e inseguridad. ¿Afecta esto a la socialización de las personas y aumenta el individualismo?

Hay psicólogos y sociólogos que hablan de que cada vez se ven disfunciones en la conectividad social.

Si uno se da una vuelta por los pisos y apartamentos de las grandes ciudades, se comprobará que cada vez hay más gente que vive sola. Solteros, separados, divorciados. Muchos fracasados en sus relaciones sociales y que han elegido una soledad individualista que les hace perder fuerza en sus relaciones sociales.

Hoy, por muchas circunstancias, las parejas contraen matrimonio mucho más tarde, lo que hace que muchos jóvenes vivan solos durante mucho tiempo. Su juventud se puede perder en la soledad de una habitación o de un pequeño apartamento. ¿Se pueden dañar las relaciones interpersonales?

Muchas relaciones de pareja son coyunturales y con muy poco compromiso de estabilidad. La familia como célula social se debilita, los hijos tardan en llegar o no llegan nunca. Cada vez tenemos menos niños.

Pareciera que el bienestar o la tranquilidad se busca en una soledad miedosa con respecto al compromiso y con alergia a la socialización.   

¿Se puede convertir la vida en una carrera en solitario en donde el otro, los otros, se pierden en un horizonte que apenas se percibe?

¿Cómo afecta esto a la vida de la iglesia? ¿Se puede perder también la solidaridad cristiana, el concepto de diaconía y de projimidad? Jóvenes y no tan jóvenes enganchados a los móviles, al whatsapp, a imágenes que ven en solitario, a los ordenadores, a las páginas Web y a la televisión.  

¿Cómo afecta esto a la relación con los hermanos en la iglesia como comunidad de vida, a las relaciones con los amigos, con los vecinos, con el barrio, con la ciudad en la que vivimos?

¿Podemos así evangelizar la cultura y socializar el Evangelio en el que creemos?

Muchas preguntas que nos sitúan ante la indiferencia a los más cercanos y ante una potenciación sin límites de un individualismo que, en muchas ocasiones, puede ser insolidario.

¿Hacia dónde caminamos en esa marcha solitaria que da la espalda al prójimo en tantas ocasiones? Una persona puede sentirse enfermo en medio de la ciudad y muchos pasar de largo por miedo al compromiso o, simplemente, porque creen que puede ser un alcohólico o drogodependiente.  

 

Ciudad / Ann Casas (juan116.org)

La historia individualista de las personas de la gran ciudad es impresionante en muchas ocasiones. Esto, para los cristianos, puede tener consecuencias en la evangelización. Vemos a personas con ansiedad por su aislamiento que les hace pasar tanto del mensaje como de los mensajeros. Circulan por un circuito aislado que no rompe el círculo de su propio yo. Lo único que me importa es lo mío y, como mucho, los míos, si es que se tienen hijos u otros lazos familiares cercanos.

Muchos sienten que su único refugio es sentirse solos, en una especie de desierto artificial en el que las relaciones interpersonales nos pueden molestar.

¿A quién pertenecemos? ¿En qué lugar están los míos, mis vecinos, los miembros de mi iglesia? ¿Es, acaso dura la convivencia con mis hermanos en la fe en las congregaciones?

¿Es dura la convivencia con los miembros de mi familia? ¿Seguimos prefiriendo estar en nuestro desierto personal en total aislamiento y solos? ¿Preferimos estar en la calle o en el bar, buscando cierto anonimato en lugar de estar en el ámbito familiar?

¿Tiene el cristianismo algo que decir en torno a todo esto? ¿La idea de prójimo, de amor y de acogida de la Biblia y que nos enseñó Jesús rompen el individualismo y tiende a socializarnos? ¿Es el cristiano un hombre de mano tendida y de corazón abierto al otro?

El ir por todo el mundo y predicar el Evangelio está reñido con esos conceptos tan fuertes de individualismo y de carencia de relaciones interpersonales.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Individualistas, solitarios, aislados