Sermón del monte (versión propiamente comparativa)

Jesús les mandó apartarse y tomar asiento a unos metros de distancia, pues era gente que olía a problemas.

03 DE JULIO DE 2015 · 16:19

Representación del Sermón del Monte,sermón del monte
Representación del Sermón del Monte

Jesús bajó del monte y se encontró con mucha gente de Judea, Jerusalén, Tiro y Sidón que habían venido a escucharle y ser curados de toda clase de padecimientos. Algunos intentaban tocarle pues habían oído que de él salía poder y eso era suficiente para recobrar la salud.

Jesús, más listo que el hambre, les mandó apartarse y tomar asiento a unos metros de distancia, pues era gente que olía a problemas y antes de comenzar la exposición de su mensaje, pidió a los congregados, hombres y mujeres, que alabasen su presencia. Haciéndose un poco el tonto, con sonrisa bobalicona pidió aplausos. Después ordenó que se sentasen separados por sexo para evitar roces. Seguidamente mandó a sus discípulos que tomasen canastas y rápidamente recogiesen diezmos y ofrendas. Observó que la recaudación era escasa y pidió que repitieran la operación. Momentos después buscó entre sus ropas algo que llevaba escrito y pidió que oyesen atentamente su petición:

"Váyanse de aquí las personas que voy a nombrar ahora porque no son dignos de oír mi sermón: Fuera los ladrones; los explotados; los plastas que se quejan con regularidad porque tienen problemas; los que hacen uso de la razón; los pesados inaguantables; los que no se sujetan a los cánones establecidos; los faltos de valentía; los enfermos; los faltos de inteligencia; los diferentes en sus maneras; los homosexuales; los pobres que no pueden aportar bienes a la comunidad; las parejas que viven sin formalizar su estado; los adúlteros; los mentirosos; los que han asesinado; los cansados; los depresivos; los hipócritas que sólo guardan las apariencias; los que no asisten con asiduidad a la sinagoga. Resumiendo, añadió Jesús, márchense todos aquellos que necesitan comprensión, compasión, dirección, misericordia y amor, pues no los soporto ".

Sobrecogido, alzando los ojos al cielo, recitó con pundonor:

“Dichosos los que reconocen su pobreza espiritual, porque suyo es el reino de los cielos.

“Dichosos los que sufren, porque serán consolados.

“Dichosos los humildes, porque heredarán la tierra que Dios les ha prometido.

“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos.

“Dichosos los compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos.

“Dichosos los de corazón limpio, porque verán a Dios.

“Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos.

“Dichosos los perseguidos por hacer lo que es justo, porque suyo es el reino de los cielos.

“Dichosos vosotros, cuando la gente os insulte y os maltrate, y cuando por causa mía digan contra vosotros toda clase de mentiras. ¡Alegraos, estad contentos, porque en el cielo tenéis preparada una gran recompensa! Así persiguieron también a los profetas que vivieron antes que vosotros".

Cuando bajó sus pupilas se dio cuenta de que estaba más solo que el faraón cuando se produjo el éxodo. Los aspirantes a ser bienaventurados se habían marchado sin recibir la Gracia. Hasta los discípulos habían huido. Al verse así se preguntó qué había pasado. Jesús no entendía bien la soledad en la que se encontraba, ni la falta de  oyentes. No comprendía nada y culpó a los desertores por dejarlo solo.

 

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