La constancia que te lleva al éxito

Hoy es el día de seguir haciendo nuestro trabajo con entusiasmo. Lo que hacemos cada día es lo que merece la pena, lo sencillo.

08 DE JUNIO DE 2015 · 10:12

Enthusiasm / Marina del Castell (Flickr- CC BY 2.0) ,
Enthusiasm / Marina del Castell (Flickr- CC BY 2.0)

No sé si sabías que la primera vez que los Beatles tocaron en Creve, el público lo formaban solamente 5 personas. Eran más los que iban con ellos, (el representante, conductor, guardaespaldas, sonido, etc.) que los que les escuchaban. Aún así, tocaron y tuvieron que salir dos veces a saludar. Un mes después volvieron a tocar en el mismo lugar y había casi 1000 personas. 

Algo muy parecido le sucedió al grupo Supertramp, en su primer concierto en Paris. Las crónicas dicen que asistieron poco más de una docena de personas. Varios años después grabaron uno de sus trabajos en directo en París, esta vez con miles de personas como asistentes.

El conocido presidente del gobierno inglés Winston Churchill dijo un día: “Éxito es ir de un fracaso a otro sin perder el entusiasmo”. Me encanta esa frase, porque nos enseña la tremenda trascendencia que tiene el hacer nuestro trabajo bien, independientemente de la gente y del reconocimiento que obtengamos. Lo que hacemos cada día es lo que merece la pena, lo sencillo, lo que no tiene publicidad ni aparece en los periódicos o los programas de televisión. La cultura moderna del éxito nos quiere hacer creer que sólo algunas personas tienen importancia y que sólo los “famosos” tienen valor, y ésa es una de las mayores mentiras que nos pueden decir.

La próxima vez que vayas en un avión, puedes felicitar a los pilotos y a la tripulación por su trabajo y por llegar bien a tierra, pero recuerda que ellos no serían absolutamente nadie sin la gente que revisa cada detalle del avión, sin los que trabajan en su construcción, sin los mecánicos y la gente sencilla del aeropuerto, sin los que inspeccionan las pistas, y así un largo etcétera. Lo mismo ocurre en todas las actividades de la vida. El éxito es hacer nuestro trabajo bien; muchas vidas dependen de eso. No importa dónde estemos o lo que hagamos, porque todo tiene trascendencia. Y no nos vamos a desanimar si creemos que hemos fracasado. 

Los niños lo saben muy bien. ¿Has visto alguna vez a un niño hacer un castillo en la arena? Pasan horas enteras jugando, levantando las murallas, adornándolo con todo lo que encuentran, para que después en un solo momento, la marea llegue y destruya lo que tanto tiempo costó construir.

No les importa. Después de unos segundos comienzan a hacer uno nuevo con el mismo entusiasmo que el anterior.

Hoy es el día de seguir haciendo nuestro trabajo con el mismo entusiasmo. No importan los fracasos… no tenemos tiempo ni ganas de pensar en ellos.

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