A llorar también se aprende

Sentir con lágrimas lo que el otro siente en este día es sentirse humano sin remedio.

15 DE NOVIEMBRE DE 2012 · 23:00

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¿Por qué los hombres no suelen llorar? Llorar es un don que Dios concede al ser humano. Es la terapia natural de nuestro cuerpo. Llorar no significa detenerse en el plano negativo sino que se puede avanzar llorando. El llanto no es sinónimo de flaqueza sino compañero hidratante de muchos días y noches de camino. Los árboles lloran gotas de savia que cierran sus heridas cuando son dañados. El rocío deposita sobre la tierra sus gotas, como lágrimas que humedecen el ambiente para que no se reseque. Hay quienes no lloran por vergüenza cuando tendría que ser al contrario, sentir vergüenza por no llorar. También los hay que lloran a pesar del qué dirán. Llorar por amor es digno. Llorar con los que lloran es humano. Llorar para asentar sentimientos es obtener seguridad. Llorar para asumir realidades es aceptación. Llorar a solas soledades es un desahogo. Llorar dolores es terapéutico. Llorar alegrías. Gozarse llorando. Tener la virtud de ser capaz de llorar como propio el dolor ajeno es un don a ejercitar. Sentir con lágrimas lo que el otro siente en este día es sentirse humano sin remedio. No hagas caso cuando alguien te diga “no llores, Dios no quiere que llores, el Señor no quiere que estés triste”, quizás no sepa decirte otra cosa. Tú puedes enseñarle a sentir. A llorar también se aprende. Dios regala el don de encontrar amistades que nos consuelan y nos apoyan mientras cruzamos este valle de lágrimas. Llorar no significa desconfiar del poder del Señor, es un desahogo que él nos permite, del mismo modo que nos hace saber que él es nuestra luz, nuestra salvación, ¿de quién tendremos miedo? El Señor es nuestro refugio, ¿a quién temeremos? Salmo 27,1.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - A llorar también se aprende