Inclemencia

Nosotros y nosotras, hijos e hijas de Dios, debemos mostrarnos como abrigos de amor con aquellos a quienes la crueldad está venciendo.

22 DE ENERO DE 2015 · 20:12

Paisaje nevado / Ali Inay (Unsplash),paisaje
Paisaje nevado / Ali Inay (Unsplash)

Me pregunto, cómo será la frialdad que siente un árbol cubierto por la nieve. Me pregunto qué sentirá en su interior, sin poder huir, simplemente conformado a la inclemencia.

¿Qué defensa tiene el árbol? 

Durante el invierno, la Naturaleza se deja cubrir. Llega la primavera y revive, el verano y da fruto.

Nos ocurre lo mismo. Poco a poco los copos de los problemas comienzan a caer. Al principio con una leve sacudida podemos hacer que desaparezca la carga. Pero hay veces que la nevada que se nos produce es tan fuerte que las partículas, en un principio sin visos del daño que contienen, se consolidan formando una capa dura que nos transforma en frías estatuas de mármol. Nos volvemos distantes y ásperos. 

Nosotros y nosotras, hijos e hijas de Dios, en diferentes ocasiones hemos experimentado estos síntomas y eso debe llevarnos a mostrarnos como abrigos de amor con los demás, con esos a quienes la crueldad les está venciendo. Con nuestro aliento, ayudémosles a encontrar su primavera. Solos no pueden. Renacerán, se harán fuertes y darán fruto.

No olvidemos que en el interior de cada estatua de hielo, a la espera de un manto de calor, late un corazón de carne.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Inclemencia