Amar no es sencillo

No resulta fácil dar amor al enemigo, sonreír al recio que malhumorado expresa  su descontento sin razón aparente.

06 DE DICIEMBRE DE 2014 · 12:15

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Si pudiera ceñirme la toalla y lavar pies, estaría conjugando el verbo amar. Pero…No es fácil.

Si pudiera mirarte a los ojos omitiendo críticas tan sólo escrutando tu corazón con los dedos del cariño, estaría tendiendo un puente que uniría con amor tu vida y la mía. Pero… No es fácil.

Enmudecer en vez de hablar cuando las palabras atropelladamente urgen por brotar al exterior y hacer notorio su fútil volumen. Cerrar los ojos, respirar m profundamente, contar hasta diez antes de emitir un desacertado juicio, sería una práctica correcta, pero… no es fácil.

No resulta fácil desprendernos de nuestro orgullo y despertar en otros el asombro que suele provocar lo inusual. Extender la mano hacia alguien que nunca supo ofrecerla y encontrar en el receptor una muestra de perplejidad  y  fastidio.

Sería ingrato por nuestra parte mantener las manos en los bolsillos  cuando hay necesidad de cooperación, de solidarizarnos con aquel que se muestra poco solícito hacia el favor.

No resulta fácil dar amor al enemigo, sonreír al recio que malhumorado expresa  su descontento sin razón aparente.

No resulta fácil pasar página cuando no consigues asimilar que el capítulo se ha acabado.

Abnegar nuestros deseos  para poder satisfacer los de otros  sigue siendo una asignatura pendiente, un peldaño costoso de subir. La recompensa a esa abnegación no la hemos de esperar en el agradecimiento ajeno; una gratitud que a veces no llega, si no  en saber que todo lo que hacemos por el bien de otros  es del agrado de Dios.  Ello, ha de ser razón más que suficiente para sentirnos comprometidos en la tarea de amar, labor nada sencilla.

Soy prójimo, por ello he de mostrarme hermano con los prójimos amigos y con aquellos que no lo son.

Sigue sin resultar fácil, pero nadie nos dijo que esta aventura iba a serlo, por ello, enarbolando una vez más una bandera de amor, intento derramar con mis palabras ese ingrediente; cada vez más escaso, con el cual sazonar la tierra.

No siempre consigo estar a la altura de lo que se me demanda, aún así, quiero esforzarme cada día por conseguir acercarme a la lumbre de vida que calienta mi frío corazón y lo vuelve más sensible al sonido de su voz.

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