¿Relevo o debacle generacional?

¿Cuánto tiempo lleva el perder una generación? Sólo una generación, dice Peter Brierley.

26 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 21:45

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Josué sucedió a Moisés como líder de los israelitas. Empezó como soldado, se convirtió en explorador, después en siervo o ayudante de Moisés, su segundo al  mando y finalmente, sucesor de Moisés. Fue un líder destacado a quien visitó el “Comandante del Ejército del Señor”, probablemente Cristo pre-encarnado.

Josué comprendió la sucesión y, sabiendo que después de todas las batallas que tenían por delante, la gente haría una vida mucho más sedentaria, quería asegurarse de que el recuerdo de lo que estaban a punto de hacer, se mantendría.

Así que mandó a cada líder de tribu que trajera una roca o “piedra” del río Jordán cuando lo cruzaran, y después lo usaran para construir un memorial en Gilgal (Josué 4:20) con la intención implícita de que cuando sus hijos preguntarán qué era esa pila de piedras, los padres dijeran: “Esto representa cuando cruzamos el río Jordán a pie seco”.

Es de esperar que así se transmitiera un elemento de fe. A esta transmisión de fe, sin embargo hoy, no se le da mucha importancia. La investigación de David Voas ha mostrado que los padres cristianos parecen menos preocupados porque sus descendientes les sigan en su fe.

Es evidente que en muchas iglesias no todos los hijos de los líderes, ordenados o laicos, van a la iglesia con ellos o les siguen en compromiso con Cristo. Si el requerimiento de Pablo sobre el nombramiento de “obispos” (“teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad” I Timoteo 3:4) se siguiera estrictamente hoy, algunos líderes de iglesia nunca habrían sido nombrados.

Lo que es verdad en el liderazgo, también lo es en las muchas familias de la iglesia que adoran los domingos. El Estudio Langham ha averiguado que sólo 2 de cada 5 de los padres cristianos oran regularmente con sus hijos. El fútbol del domingo, la música, las salidas familiares y la presión de los amigos, todo se combina para desgajar a la gente joven de la iglesia. Muchas Escuelas Dominicales han ido declinando durante los últimos 50 años, aunque puede que no tan drásticamente durante los últimos cinco años.

El porcentaje de gente menor de 15 años en la iglesia el domingo, ha caído desde el 26% en 1979 al 19% en 2005.

¿Cuánto tiempo lleva perder una generación? Sólo una generación. “También toda aquella generación fue reunida a sus padres; y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al SEÑOR, ni la obra que Él había hecho por Israel”, (Jueces 2:10) es uno de los versículos más tristes de la Escritura.

El horrible caos, la rivalidad, la idolatría y el cinismo que siguieron en el siglo o dos de los Jueces, se recuerda vivamente. Los creyentes eran poco y aislados, y valientes para aferrarse a sus antiguas tradiciones. Como dijo el Arzobispo Carey en 1999: “La iglesia está siempre a una generación de extinguirse”.

Estamos perdiendo rápidamente- algunos dirían que ya hemos perdido- a la siguiente generación. Las consecuencias son longitudinales: menos niños cristianos, probablemente significa menos adolecentes cristianos, lo que probablemente significa menos estudiantes cristianos, lo que probablemente significa menos jóvenes cristianos y en última instancia, menos familias cristianas y por tanto con menos hijos cristianos.

El ciclo se repite y se deteriora rápidamente. La transmisión interna dentro de la familia es una prioridad clave hoy en día, pero,  ¿tenemos el peligro de que los padres culpen a la iglesia de no hacer lo suficiente para mantener a sus hijos en ella y de que la iglesia culpe a los padres por el bajo nivel de compromiso en la vida familiar?

Matt Summerfield, líder de Santos Urbanos (antes llamados Cruzados), decía a menudo: “Quiero llegar a cuantos más jóvenes pueda hoy para Cristo, para que en 20 años, ellos produzcan hijos cristianos para la siguiente generación”.

Pocas personas parecen tener esa visión.

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