El Cristo de Anne Rice

Anne Rice parece que ha clavado sus vampiros en un ataúd para siempre.

26 DE DICIEMBRE DE 2011 · 23:00

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¿Por qué la reina oscura de la literatura de terror escribe ahora sobre la Luz del mundo? ¿Qué ha llevado a Anne Rice de la fascinación por los vampiros a la fe en Cristo? El Grupo Zetaha comenzado a publicar en edición de bolsillo su nueva serie de libros sobre El Mesías, conocida en inglés como Cristo El Señor. El primer tomo, De Egipto,se ha traducido como El niño judíoy cuenta la historia de Jesús cuando tenía siete años. Él es el protagonista de estos libros, porque ha descubierto que es “el héroe definitivo sobrenatural”. Anne Rice parece que ha clavado sus vampiros en un ataúd para siempre. “No escribiré ese tipo de libros nunca más”, dice, para escándalo de muchos de sus seguidores. Aquellas novelas sobre brujas y ángeles oscuros son “reflejo de un mundo sin redención”. “Este libro”, dice la autora, “busca presentar un relato de ficción realista de nuestro Señor en el Tiempo.” El prólogo de la nueva edición en inglés advierte que esta obra “tiene su raíz en la fe en que el Creador del universo se hizo hombre en la persona del Señor Jesucristo y habitó entre nosotros”, dice citando Juan 1:14. En ese sentido la novela “afirma y acepta el hecho del magnífico misterio de la Encarnación”. Sus fuentes son “la Historia, así como los Evangelios”, que dan una “imagen del mundo en el que nuestro Señor pudo haber vivido, como un niño pequeño, en guerra y paz, día a día”. Anne Rice acaba además su preámbulo con la expresión latina Ad majorem Dei gloriam, dando la gloria a Dios por todo su trabajo. Esta obra es un reflejo de la vuelta a la fe de su infancia, el catolicismo en que se crió en los años cuarenta y cincuenta. “Este libro significa para mí, mucho más de lo que he hecho hasta ahora”, dice Rice: "Jesús quiere que yo cuente su historia". Este fervor de conversa presidió también un tiempo su página web, que se encabezaba con una cita de San Agustín: “Pero nosotros, oh Señor, aquí somos tu manada pequeña; haznos Tuyos, extiende tus alas sobre nosotros y volaremos bajo ellas, ¡a Ti sea la gloria!”. Ahora, sin embargo, se distancia del cristianismo como religión organizada. “Sigo entregada a Cristo –dice–, pero ya no soy cristiana, en el sentido de formar parte del cristianismo”. Lo ha intentado durante diez años, pero cree que ha fracasado. No quiere ser anti-gay, anti-feminista, anti-control artificial de concepción, anti-demócrata, anti-humanismo secular y anti-ciencia. “Mi fe en Cristo es algo central en mi vida –asegura–. Mi conversión de ser una atea pesimista, perdida en el mundo, a ser una creyente optimista en un universo creado y sostenido por un Dios amoroso, es algo crucial para mí. Pero seguir a Cristo –para ella– no es seguir a sus seguidores. Cristo es infinitamente más importante que el cristianismo.” LOS FANTASMAS DE NUEVA ORLEANS Anne nació con el nombre de su padre, Howard Allen O´Brien en 1941, que luego cambió por Rice. Se crió en una familia católica, llena de música y literatura, pero también de misa y comunión diaria. Como una niña pequeña, Anne jugaba en las calles de Nueva Orleans. Alrededor de ella, robles retorcidos, rodeados de musgo, guardan las ruinosas mansiones, donde parece que habitan los fantasmas de sus novelas. Agarrada de la mano de su padre, visitaba las criptas del cementerio de Lafayette, pasando sus dedos por los nombres de aquellos que murieron victimas de la fiebre amarilla. En su mente fabricaba ya historias, mientras pensamientos oscuros llenaban su cabeza con imágenes de vudú y sombras que se esconden de la luz... Anne abandonó el catolicismo a los dieciocho años, cuando dejó de “creer que era la única iglesia verdadera establecida por Cristo para conceder la gracia”. Estaba entonces en la universidad, donde recuerda que había “una intensa presión sexual”, pero sobre todo ideas y libros de autores existencialistas como Sartre o Camus. Cuando en 1959 Rice dejó su casa para ir a la Universidad en Texas, se encontró con que la rígida doctrina de la Iglesia estaba reñida con las crecientes dificultades de su nueva vida: "Mi niñez había sido tan protegida que no parecía adecuarse al mundo moderno. Sentí que tenía que analizar mi fe y conciliarla con el mundo que me rodeaba. Mi infancia había sido muy reprimida y obsesionada por el sexo. Me pareció que, cuando aceptaba un mundo sin Dios, aceptaba la realidad y dejaba de creer en la ilusión". HISTORIAS DE VAMPIROS Dos años más tarde, en 1961, se casa con “un ateo militante”, el poeta y pintor Stan Rice, “que no sólo no creía en Dios, sino que estaba convencido de haber experimentado una especie de visión de la que había deducido la certeza de que Dios no existía”. Su marido comenzó a enseñar en la Universidad de San Francisco, donde dirigía el departamento de escritura creativa. Se mudan a Haight-Ashbury en tiempo de los hippies, cuando todos tomaban ácido a su alrededor. Su relación recibe entonces un golpe mortal: su hija Michele, nacida en 1966, muere de leucemia a los cinco años. Aturdida por el dolor, Anne se sentó y empezó a escribir. Cinco nebulosas semanas después, asegura que terminó el primer borrador de Entrevista con el vampiro. Su primera novela fue publicada en 1976 y adaptada al cine en 1994 por Neil Jordan, en una película que interpretaron Tom Cruise y Brad Pitt. La novela dice que reflejaba su “sentimiento de culpa y desdicha por estar apartada de Dios y de la salvación”, el hecho de sentirse “perdida en un mundo sin luz”. Su libro estaba ambientado en el siglo XIX en Nueva Orleans, una ciudad donde ya no vivía. Su personaje es Lestat, un vampiro de una sexualidad ambigua, que se ha convertido en toda una figura de culto homo-erótico. Inicia así sus Crónicas Vampíricas.Luego hará una serie sobre brujas y un trío de libros eróticos, que van del sadomasoquismo a la pornografía más explícita, eso sí, bajo los seudónimos de A. N. Roquelaure y Anne Rampling. De cualquier forma, un historial algo vergonzoso para una escritora que está vendiendo libros ahora en librerías religiosas… ENCUENTRO CON JESÚS Rice ha sido una autora que ha estado siempre fascinada por la Historia. En 1993 se encuentra con un misterio que le resulta difícil de explicar: la supervivencia de los judíos. Esto le acercó de nuevo a Dios. En 1998 vuelve a la iglesia católica, pero según dice en la nota que cierra esta última novela: “incluso entonces yo no me había acercado aún a la pregunta de Jesucristo y el cristianismo”. Lee la Biblia, sobre todo cuando se encuentra deprimida, en traducciones literarias del Nuevo Testamento, pero será en el 2002, a la muerte de su esposo, que Anne se consagra a Cristo. Cuando uno lee esta novela, espera encontrar un Jesús que tiene más que ver con la crítica de los Evangelios, que con la historia de la Biblia. No es así. De hecho, Anne Rice va más allá. No sólo nace en Belén, algo negado por muchos estudiosos de la Escritura hoy en día, sino que, de acuerdo a su tradición católica, María es siempre virgen. Rice se da cuenta de que “había asimilado muchas nociones modernas acerca de Jesús, como que los evangelios eran documentos tardíos o que en realidad no sabemos nada sobre él”. Al empezar a estudiar el tema, se sumerge en los estudios críticos del Nuevo Testamento. “Esperaba descubrir que sus argumentos serían muy sólidos, y que el cristianismo, en el fondo, era una especie de fraude”. Observa, sin embargo, cómo “estos eruditos escépticos parecían tremendamente seguros de sí mismos”, pero “basaban sus libros en ciertas afirmaciones sin molestarse en analizarlas”. Rice descubre que “muchos de los argumentos escépticos que insistían en que los Evangelios eran por lo general sospechosos, o que fueron escritos demasiado tiempo después para tratarse de relatos de un testigo fiable”, eran “especulaciones” y “suposiciones basadas en suposiciones”. Llega así a la convicción de que los Evangelios fueron escritos antes de la caída de Jerusalén, el año 70 después de Cristo. Se guía para eso por algunos autores evangélicos como Bauckham, Hurtado, Blomberg, Carson, Morris o Wright, pero también especialistas como Robinson, Hengel o Jeremias. Su libro resalta el aspecto conflictivo que se vivía entonces de continuas revueltas violentas, así como el contexto de un judaísmo bastante más helenizado de lo que imaginábamos. A algunos por eso les sorprenderá el uso tan generalizado del griego que hacen sus personajes, pero los últimos estudios parecen indicar que se hablaba mucho más de lo que se había pensado en un principio. La autora es consciente que algunos no la tomarán muy en serio, porque piensan que ha caído en el misticismo y se ha vuelto loca. "La gente cree que estoy poniendo en peligro toda mi carrera”, dice, pero “no me importa si mis libros se venden o no". Su historia sobre Jesús se ha situado de hecho rápidamente en las listas de best-sellers, un dato nada sorprendente en un país como Estados Unidos, en el que nueve de cada diez personas dicen creer en Dios. Aunque ella está sorprendida: "Esperaba ser menospreciada e ignorada, pero nunca esperé ser bien recibida". LA INFANCIADEJESÚS Es peligroso especular sobre cosas que no sabemos acerca de Cristo. No obstante, Rice se acerca con respeto y reverencia a preguntas que los cristianos se han hecho desde los primeros siglos: ¿Cómo experimentaría Jesús el hecho de ser Dios y hombre al mismo tiempo?, ¿qué conciencia tenía de sí mismo?, ¿mantuvo de algún modo su omnisciencia?, ¿hizo milagros antes de su bautismo? Desde el punto de vista de la fe, no necesitamos saber las respuestas a todas estas preguntas, si no estarían en la Escritura, pero lógicamente todos nos las hacemos en algún momento de nuestra vida. El uso que Rice hace en las primeras páginas de su novela de fuentes extra-bíblicas, al mencionar dos episodios de los evangelios apócrifos de la infancia de Jesús, extrañará a muchos. La autora da una explicación de ello al final del libro. Dice que son “leyendas, historias fantásticas, en algunos casos cómicas, pero que habían pervivido hasta la Edad Media”. Aún así decidió “incorporar ese material, insertándolo en el armazón canónico lo mejor que ha podido”, ya que “estaba convencida de que contenía una verdad profunda y quería conservarla”. Aunque admite que “esto, por supuesto, no es sino una conjetura”. No sería por ello justo desechar el libro sólo por estas páginas. Creo que ésta es una obra de fe de una persona que intenta honrar a Dios con su talento. Basa su obra en los Evangelios y cree que Jesús es, quién dice que es. Ella intenta ser “fiel a Pablo cuando dijo que Nuestro Señor se vació por nosotros”, pero lo entiende en relación con su “conciencia divina”. Es cierto que Cristo tenía una inteligencia humana. Hay cosas que no sabía, como el momento de su regreso en gloria (Mateo 24:36), ya que su naturaleza humana no era más omnisciente (sabiéndolo todo) que omnipotente (todopoderosa) o omnipresente (estar en todas partes). Dependía de la revelación de Dios, sea general por medio de la Creación y la Providencia, como especial por medio de la Escritura y Profecía, que Él también recibía directamente como Mediador. Pero Él era verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Así que no debemos separar demasiado sus dos naturalezas, ni confundirlas... ¿PECADORA PENITENTE? No sé si estamos ante "una historia de conversión de las dimensiones de San Agustín", como dice el columnista David Kuo, que ha sido asesor del presidente Bush y subdirector de la Oficinade Iniciativas Basadas en la Fe y la Comunidad de la Casa Blanca. Aunque tal vez tenga razón cuando dice: "Anne Rice era una hija de la oscuridad. Vendió millones de libros que exploraban los rincones más oscuros del mundo espiritual. Vestía toda de negro. Rendía culto a la noche y a su ateísmo. Pero miren sus fotos ahora. Vean su sonrisa. Miren sobre todo la chispa de luz que hay en sus ojos. Su libro no es la Biblia, pero está inspirado por Dios"… El problema es que Agustín renunció a toda su vida pasada. Rice no renuncia a toda su carrera. Ve, de hecho, en ella un “potencial de redención”. Su obra Entrevista con el vampiro ha sido adaptada para el musicalLestat, que presentó Elton John pocos días antes de haber intercambiado promesas de fidelidad con su pareja en Londres. Esto le parece “maravilloso”, ya que se considera “socialmente liberal”. Está por eso orgullosa de su hijo, el novelista y activista gay de Hollywood, Christopher Rice. Ella no es la católica conservadora que algunos nos quieren presentar. Dice que está a favor del matrimonio homosexual, el aborto y el control de natalidad, aunque su nuevo hogar tenga un aire cada vez más monacal, con santos sobre pedestales que alzan sus brazos hacia el sol que entra por los altos ventanales de su nueva casa, sobre el Pacífico… Su fascinación, sin embargo, por la persona de Jesús nos llena de esperanza. Kafka decía que Jesús es “un abismo de luz, que si no cierras los ojos, te puedes caer dentro”. Ya que su grandeza está por encima de toda iglesia o denominación. La cuestión ahora es: ¿cómo podemos conocer a Jesús? Evidentemente no por medio de novelas como ésta, sino por el testimonio histórico que nos han dejado los Evangelios. Como Rice, debemos seguir el consejo de Cristo mismo: “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5:39). Porque “ellas son las que dan testimonio de mí”, dice Jesús.

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