Trinidad, la ciudad colonial de Cuba

Entre lomas se mece tu cuna/ que embalsaman las brisas errantes y que arroyos de plata brillantes/ te acarician soñando también.

29 DE ENERO DE 2013 · 23:00

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Carretera adelante. Dijo Miguel de Unamuno que el viajero no huye del lugar donde estuvo, sino que va en busca del otro al que se dirige, porque viajar es nacer y morir en cada kilómetro de camino. Por carreteras montañosas y de frecuentes curvas has de conducir desde Cienfuegos a Trinidad, cabecera del municipio de igual nombre, al sur de la provincia de Sancti Spiritus. Cuba posee ciudades donde puedes admirar edificios de la época colonial, pero en ningún lugar como en Trinidad. Fue fundada en 1514 por Diego de Velázquez con el nombre de Villa de la Santísima Trinidad. En diciembre de 1988 la UNESCO concedió a Trinidad el título de Patrimonio de la Humanidad. Si eres español, la antigüedad de ciudades en todas las repúblicas de Hispanoamérica te dicen poco, teniendo, como tienes en tu país, la ciudad de Cádiz, la más vieja de la vieja Europa, fundada por los fenicios hace más de 3.000 años, exactamente el 1.100 antes de Cristo. Percibo tu impaciencia por entrar. Espera un poco. Antes, unos apuntes de carácter histórico y político. Léelos, no te aburrirás, al contrario, conocerás cosas que los guías turísticos no te cuentan. Trinidad está situada a los pies de la cadena de montañas conocida como Sierra del Escambray, que se extiende por las provincias de Sancti Spiritus, Villa Clara y Cienfuegos, en la zona central de Cuba. Su punto más alto es el Pico Potrerillo, que alcanza 931 metros sobre el nivel del mar. El Che Guevara instaló allí su campamento base en 1958, cuando preparaba la batalla de Santa Clara durante la revolución cubana, 1953-1959. En la Sierra de Escambray tuvo también lugar un proceso contrarrevolucionario que duró varios años. Hacia principios de 1960 varios miles de hombres, financiados y apoyados por Estados Unidos cuando gobernaba el general Eisenhower, se alzaron en armas contra el régimen de Fidel Castro desde bases establecidas en el Escambray. El ahora presidente cubano Raúl Castro, en un discurso conmemorativo, dijo en 1970 que la contrarrevolución, operativa en seis provincias de la isla, estuvo compuesta por 3.590 alzados. Este proceso guerrillero duró desde 1960 a 1966 y costó la vida a unos 3.000 cubanos de ambos lados de la contienda. Enterado ya de estas minucias ponte cómodo, cálzate los tenis, que vas a patear la ciudad. Te lo advierto: Trinidad, tal vez la más bella ciudad de Cuba, no es para verla en una mañana o en una tarde como hacen los viajeros de las rutas turísticas y luego seguir rumbo a otros rumbos. Dedícale todo el tiempo que puedas. Trajina sus calles empedradas, sus aceras con ladrillos o losas bermejas, que te recordarán viejas ciudades europeas. No descuides tu cámara de sacar fotos; si lo haces, lamentarás las muchas y bellas imágenes perdidas. Cuando las calles te cansen, sube al valle de los Ingenios. Ramón de la Sagra lo describió en 1861 con estos requiebros: “Rodeado de colinas, cruzado por ríos, cubiertos de fincas y adornado de palmas reales, ofrece el más bello paisaje que pueda imaginarse. El observador queda absorto contemplando aquél extenso panorama”. ¿Por qué no echas un ojo –o los dos- a la cueva La Maravillosa?En torno a ella existe una antigua leyenda de amor, sangre y miedo. Un oficial español en la época de la colonia se enamoró de la india Tania, de asombrosa belleza, quien a su vez amaba a otro hombre de humilde condición. Ante la insistencia del oficial en poseerla, Tania huyó y se refugió en una cueva. Al sentirse despechado, el militar español mató al novio y a la familia de la india. Concluye la leyenda que Tania murió de tristeza en la cueva que hoy es visitada por miles de turistas. ¿Has entrado a la cueva y salido de ella? ¿Qué te parece un examen a los museos? De museos te he hablado mucho. Pero Trinidad es más. Tanto es así que la conocen en toda la isla como “la ciudad de los museos”. El poeta francés Lamartine dejó escrito que los museos son cementerios de artes. ¿Nada más que eso? Estaría borracho cuando se le ocurrió la frase. El museo es una institución que conserva en sus salas los objetos que mejor ilustran los fenómenos de la naturaleza, las actividades del ser humano y los conocimientos adquiridos a través de siglos. De los que hay en Trinidad voy a referirte seis. Si te interesan otros, búscalos tú. Anticipo que serán breves notas, no hay espacio para más. Cuando entres en ellos –si lo haces- pide folletos y solicita información. En el centro histórico de la ciudad está el Museo Municipal. En el encontrarás bellísimas decoraciones murales realizadas por pintores locales e italianos. El Museo Arqueológico lo tienes en la calle Rubén Martínez Villena. Una de las ofertas más interesantes de este Museo es la visión panorámica que te ofrece de la prehistoria cubana desde el 3.500 antes de nuestra era hasta la llegada de Colón. En el 457 de la calle Simón Bolivar se halla instalado el Museo de Ciencias Naturales. Aquí te muestran, siguiendo el orden de la escala zoológica, la evolución de las especies desde los protozoos hasta los mamíferos. A un costado de la plaza mayor, en la que fue casa de los Sánchez Iznaga, tienes el Museo de Arquitectura colonial. Descubrirás todas las técnicas de la época y su evolución a través del tiempo. La televisión cubana ha filmado aquí reportajes y ha utilizado la decoración del museo para películas en serie. Entre tantos, no podía faltar el Museo Romántico, en las calles Fernando Fernández y Simón Bolivar. Es sabido que el romanticismo es un movimiento artístico e intelectual que surgió en Europa en el siglo XVI. Pero lo que este Museo contiene son joyas, muebles, platería fina, pinturas, esculturas y otros objetos pertenecientes a la antigua nobleza española. No habrás olvidado que inicié este capítulo ilustrándote sobre la contrarrevolución en la sierra del Escambray. El Gobierno de Cuba llamaba a estos guerrilleros bandidos. Bien. En el antiguo convento San Francisco de Asís se encuentra el Museo de la lucha contra los Bandidos. Una vasta sala está dedicada a mapas militares, fotografías, textos, galerías de retratos y otros objetos utilizados por los contrarrevolucionarios y por el ejército de la nación. ¿Qué hacer por la noche?Si no eres aburrido por naturaleza, tampoco vas a aburrirte en Trinidad. Los hoteles contratan grupos de música cubana. Si quieres salir del hotel puedes dirigirte a cualquiera de estos centros de ocio y diversión que te recomienda la periodista francesa Amanda Keravel: Casa de la Música en la calle Simón Bolivar. Casa de la Troya en la Plaza de Segarte. Casa del Arte en Lino Pérez, entre José Martí y Codahía. En Ruinas del Teatro Brunet, calle Maceo, tienes música, baile y mucha salsa. Más salsa y cha-cha-cha en Palenque de los Congos Reales, en la calle Ferri. No te rindas y dirígite a la calle Rubén Martínez Villena. Allí tienes el Club de Amigos de la Parranda. Si eres bohemio, noctámbulo, trasnochador y aventurero, no necesitas más consejos. Sabrás encontrar por ti mismo lo que andas buscando. ¿Y de playas, qué? De playa, mucho. Si quieres dedicar un día a tu cuerpo metido en agua marina, lo más aconsejable es que conduzcas 15 kilómetros desde la ciudad hasta la Península d ´Ancón. Aquí tienes doce kilómetros de arena fina, aguas trasparentes, playas de ensueño. D´Ancón es hoy día un polo turístico en desarrollo, que en próximos años promete ser uno de los más demandados del país. ¿Ya te vas? Haces bien, no hace falta que te digan la buenaventura un babalawo (especie de gurú) de la santería cubana. Los que lo hacen pueden elegir entre Changó, Yemayá, Obatalá u otros dioses africanos que los esclavos llevaron a países del Caribe. Si te interesa, en la calle Rubén Martínez Villena tienes un templo del dios Yemayá. ¿Nos vamos? Hay que irse. Nos espera Sancti Spiritus. Pero antes de la partida quiero regalarte este poema escrito hacia 1880 por Catalina Berroa. Tinitaria eres prueba divina de lo bello que en Cuba se encierra si eres linda también lo es tu tierra que en lo hermoso parece un Edén. Entre lomas se mece tu cuna que embalsaman las brisas errantes y que arroyos de plata brillantes te acarician soñando también.

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