España no es un estado laico

Lo que a nivel constitucional se reconoce, ¿se aplica en el devenir diario? En verdad de verdad, ¿es España un estado aconfesional?

31 DE OCTUBRE DE 2011 · 23:00

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La Constitución de 1978 dice que sí, que lo es. En su artículo 16 se lee: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones”. Muy bonito. Muy bien escrito. Shakespeare diría: “ palabras, palabras, palabras”. Lo que a nivel constitucional se reconoce, ¿se aplica en el devenir diario? En verdad de verdad, ¿es España un estado aconfesional? El 7 de mayo del 2008 la entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega dijo que en aquella segunda legislatura era intención del Gobierno “avanzar en la condición de laicidad que la Constitución otorga al Estado”. Ingenuo de mí, lo creí y aplaudí sus palabras. La legislatura ha terminado. Dentro de pocos días dará comienzo otra, muy posiblemente de distinta ideología política. ¿Ha materializado el Gobierno del señor Zapatero sus intenciones? La respuesta la tenemos en el viaje que el Papa Benedicto XVI realizó a España el pasado verano, concretamente del 18 al 21 de agosto, nueve meses después de la realizada a Santiago de Compostela y a Barcelona; a lo que parece, el Papa tiene fijación por nuestro país y, según escribió el catedrático de Teología en la Universidad Carlos III, de Madrid, Juan José Tamayo, Benedicto XVI le concede una importancia estratégica en sus intenciones de restaurar la cristiandad en Europa. Triste, muy triste que después de veinte siglos de absoluto dominio sobre reyes, emperadores y pueblo sumiso, el Vaticano hable ahora de restaurar lo que en realidad nunca instauró. Allá donde va, el Papa ostenta una doble representación. Es el jefe máximo de la Iglesia católica y el presidente del Gobierno en el Estado Vaticano. Esto sugiere lo que ha sido la Iglesia católica a lo largo de los siglos: religión y política. Según cuenta la Historia, más política que religión. Benedicto XVI vino a España en viaje pastoral, a lo que tiene absoluto derecho, porque aquí cuenta con un considerable número de fieles que siguen su doctrina. Su agenda se había anunciado totalmente religiosa: misas, sermones, confesiones, viacrucis y una espectacular clausura en la base militar de Cuatro Vientos, en Madrid. Entonces, ¿por qué se le trató como jefe de Estado, tributándole honores reservados a estas dignidades, y más que a algunos de ellos? Para empezar, al aeropuerto de Barajas fueron a recibirle las más altas autoridades del país: el rey, el presidente del Gobierno, el presidente del Partido Popular, la presidenta de la Comunidad madrileña, el alcalde de Madrid, el presidente del Congreso, máximas autoridades de otras comunidades y municipios. Resultaban patéticas las fotografías en la prensa de aquellos días, donde aparecían los grandes políticos que nos gobiernan inclinados ante el Papa al punto de recibir un ataque de lumbago. La cortesía y la diplomacia son una cosa. Otra cosa es el baboseo por parte de quienes dicen dirigir los destino de un país laico. En ninguna otra nación de la Europa occidental se le rinde al Papa tanta pleitesía. Semejante ejemplo de papalatría es abusivo en un país que se dice laico. El tráfico en la comunidad de Madrid fue parcialmente paralizado. Cuando el Papa se trasladó a El Escorial fueron cortadas las carreteras A-6, M-30 y M-40 para dejar paso a la comitiva vaticana. Los ejes centrales de Madrid fueron blindados al tráfico entre el 16 y 23 de agosto. El plan de movilidad de los madrileños tuvo que apostar por el Metro, cuando estaba disponible, al verse afectadas 60 líneas de autobuses. Los coches no pudieron circular por el circuito Prado-Recoletos entre Colón y Atocha, ni por Gran Vía-Alcalá desde la plaza de España en sentido Cibeles. El tráfico por Madrid y otros lugares de la comunidad experimentó un caos desmedido. ¿Cuándo se ha desatado tanta locura vial a la llegada de algún jefe de Estado extranjero? ¿Y aún se nos quiere hacer creer que España es un país laico?Un país laico, ¿pone a disposición del Papa sus medios televisivos? La estancia de Benedicto XVI a España fue enteramente cubierta por tres cadenas de televisión del Estado español: La 1, la 2 y Canal 24 horas. Estas emisoras siguieron al Papa por las calles de Madrid y le arroparon en todos sus desplazamientos. ¿Cuánto invirtió España, es decir, el pueblo, en las decenas de técnicos que manejaron estos medios? ¿Por qué no se han dado cifras? ¿Cuánto hubo que pagar en dinero extra a los 10.000 policías desplegados en la capital con el pretexto “de ¿evitar incidentes?” La Conferencia Episcopaly los dirigentes madrileños dijeron que el viaje del Papa a España no había costado dinero al Estado. Que los 50 millones de euros invertidos fueron recaudados mediante ofrendas de particulares y patrocinios de grandes empresas. Estas empresas obtuvieron jugosas deducciones de sus donativos al ser declarada la visita del Papa “evento de excepcional interés público”. El Metro de Madrid requirió un centenar de trabajadores extra diarios, según estimaciones sindicales, a los que hubo que pagar 100 euros por cabeza. En Madrid fueron cedidos al Papa espacios públicos, el parque del Retiro, polideportivos, colegios, todo ello para alojar a los miles de llamados peregrinos que llegaron, quienes también disfrutaron de tarifas reducidas en medios de transporte. La profesora de Derecho Tributario de la Universidad de Madrid, Rosa Galán, dijo que el Estado había dejado de percibir entre 13 y 16 millones de euros por los patrocinios de las grandes empresas. ¿No es suficiente con el dineral que el Gobierno, -todos los gobiernos, desde Suárez, pasando por Calvo Sotelo, Felipe González, Aznar y Zapatero- entregan anualmente a la Iglesia católica? El 3 de enero de 1979 se firmó en Roma una serie de Acuerdos destinados a regular las relaciones entre España y el Vaticano. El Acuerdo sobre financiación establecía que a partir del año 1982 la Iglesia católica se financiaría con el sistema de asignación tributaria, es decir, con lo que los propios católicos españoles quisieran darle. Han transcurrido 29 años y todo sigue igual que con Franco. Rectifico: igual no, peor. Ningún presidente de gobierno, ni los de izquierda ni los de derecha, ni Felipe González, ni Aznar, ni Zapatero han sido capaces de exigir a la Iglesia católica el cumplimiento del Acuerdo sellado en 1979. Todo lo contrario. A día de hoy el Estado español regala a la Iglesia católica cada año cantidades que unos cifran en 6.000 millones de euros y otros en 10.000. ¡Una barbaridad! Cayo Lara, coordinador general de IU dijo en Alicante que si el Gobierno dedicara todo ese dinero a crear empleo se generarían 400.000 puestos de trabajo estable. ¿Podemos creer lo que afirman nuestros más altos gobernantes, que España es un Estado aconfesional, laico, cuando un Papa católico y sus 40 altos cargos del Vaticano llegados con él se adueñaron de la capital del país durante ocho largos días? Ni España ha sido aconfesional y laica jamás en su historia, ni lo es ahora, ni lo será por los siglos de los siglos amén.

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