Las malas lenguas (II)

Judas, el hermano carnal de Cristo, habla de un tipo de personas perfectamente desunidas en todas las Iglesias. Las llama “murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas” (Judas 16)."/>

Murmuradores querellosos

Las malas lenguas (II)

Judas, el hermano carnal de Cristo, habla de un tipo de personas perfectamente desunidas en todas las Iglesias. Las llama “murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas” (Judas 16).

23 DE AGOSTO DE 2007 · 22:00

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¿Quiénes son estos tipos humanos? También están representados en Hechos 15:1: “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”. Los murmuradores y querellosos de Judas son personas inadaptables. Han cumplido los requisitos que el Nuevo Testamento impone para la salvación y han entrado a pertenecer como miembros a la Iglesia local… Pero solamente Dios sabe si son realmente salvos. Muy pronto se manifiesta en ellos un espíritu de anarquía; son individualistas. Les cuesta horrores adaptarse a la vida congregacional. Encuentran faltas en todas las personas y en las cosas que hacen. Y acaban marchándose de la Iglesia. Pero este tipo de gente no es de los que abandona la fe, no; dejan la congregación local y se van a otra, donde repiten la misma experiencia. Terminan recorriendo todas las congregaciones conocidas, de cualquier denominación y en cada lugar donde van hablan mal de las anteriores. Como pretexto para sus múltiples traslados aducen razones doctrinales. ¡Que se fueron de las demás Iglesias por cuestiones doctrinales! Y como los judeanos de Hechos 15:1, donde van siembran la confusión y la duda doctrinal entre los cristianos sencillos, haciéndoles dudar de su propia salvación. ¡También estos son temibles! ¡Ay de las Iglesias donde entran! Judas dice que son murmuradores, es decir que hablan mal de las personas en ausencia de éstas. Son también querellosos, según Judas. Querelloso es aquel que con suma facilidad se queja por todo, que nada le parece bien. Acusa a los ausentes sin el más mínimo respeto a la moral ni a la ética cristiana. Son sembradores de discordias, incendiarios de contiendas entre hermanos de distintas congregaciones. “Andan según sus propios deseos” continúa Judas. ¡Y es claro! Es lo único que les satisface: hacer su voluntad, sin someterse a imperativos de la Palabra ni a disciplina de Iglesia. Son dioses para sí mismos y apelan a la voluntad de Dios con facilidad escalofriante. Nadie conoce la Biblia mejor que ellos –dicen- y ninguna Iglesia es lo suficientemente perfecta para quedarse en ella y trabajar en unión de los demás hermanos. “Cuya boca habla cosas infladas” , prosigue Judas. ¡Esta es otra! No callan. Murmuran disparando perdigones de muerte. Y como que lo hacen con tanta unción, con una tan grande apariencia de verdad, acaban convenciendo a los ingenuos. Para cuando les ven el rabo el lobo ha huido ya a otra madriguera; se ha refugiado en otra congregación, dejando en la anterior un ambiente contaminado. Todos respiran de satisfacción cuando se marcha, pero algo se ha roto ya en aquella Iglesia. Su atmósfera espiritual ha sido criminalmente viciada por el murmurador de turno. Esta gente, además, es aduladora. Judas dice que andan “adulando a las personas para sacar provecho”. Y es cierto que lo hacen. Empiezan adulando a los dirigentes de la Iglesia, hablándoles en contra de los que dirigían la última congregación donde estuvieron. Adulan a los miembros más significados. Y no lo hacen con la intención de sacar provecho material –no siempre- sino más bien para ganar prestigio, para que se les confíen responsabilidades, para que se les den cargos en la Iglesia. Es todo cuanto les importa. He conocido y conozco y los tengo por buenos amigos y excelentes hermanos a personas que se han cambiado de congregación por razones de distancia o por deseo de crecer doctrinal y espiritualmente en otra Iglesia. Estos se acoplan perfectamente en la nueva congregación, trabajan y son una auténtica bendición entre los hermanos. Pero conozco también de los otros; de esos murmuradores, querellosos, incendiarios e inflamadores de quienes habla Judas. Gente que va de una Iglesia a otra quejándose de todo, criticándolo todo, haciendo mucho daño a las personas de fe sencilla. Estos pueden decir de sí lo que dijo de él mismo Don Juan Tenorio: “En todas partes dejé / memoria amarga de mí!” ¡Triste memoria!
Artículos anteriores de esta serie “Las malas lenguas”:
1 Poder destructor de la lengua

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Enfoque - Murmuradores querellosos