En barca hasta la otra orilla

Hoy mi buen Jesús apartando mis ojos de lo insustancial quiero detenerme en ti.

05 DE JUNIO DE 2013 · 22:00

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Llévame Señor a la otra orilla, allí donde tu presencia es más notable. Llévame atravesando el mar, por encima de las embravecidas olas. Quiero arribar a tierra firme y quedarme junto a ti toda la tarde. Ver juntos la puesta de sol mientras escucho tus palabras. Llévame Señor a una nueva orilla donde nada pueda turbar mi alma. Permíteme surcar el mar contigo, pescador de hombres. Déjame observar tu poder calmando la tempestad mientras porto en mi rostro una sorprendida sonrisa. Quiero oír cómo pronuncias mi nombre, como suena mi nombre al brotar de tus labios. Anhelo descansar cerca de ti apoyando mi cabeza en tu hombro seguro. Sentir la pequeñez de mi ser y aun así, atreverme a llamarte amigo. Otear el horizonte y contemplar como el mar se traga lentamente al sol. Cerrar los ojos y notar como tus frases se tornan notas melodiosas que apaciguan mis temores, música que fluye de ti y que me hace danzar esperanzada. Deseo pasar el resto de este día contigo. Obviar todos los pensamientos que me flagelan con dureza y sentada a tus pies ser instruida por ti. Fuiste tú quien me enseñó a mirar a los ojos de la gente, a no temer a ser juzgada, a vivir extendiendo mis dominios más allá de donde nunca imaginé. Siempre te has tomado tiempo para enseñarme, para mostrarme todo aquello que mis ojos se negaban ver. Nunca es tarde para iniciar un cambio, dejar a un lado aquello que me limita y extenderme hacia un diferente mañana. Todo comienza con un pequeño paso. Hoy mi buen Jesús apartando mis ojos de lo insustancial quiero detenerme en ti. Llévame Señor a la otra orilla, hazme ser pescadora de sueños, de ilusiones, de promesas por cumplir, de nuevos proyectos que se harán realidad con el soplo de mi fe.

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